Descripción
La avaricia puede ser convertida en el más noble de los sentimientos revolucionarios o en el peor de los pecados. Es un pecado relativo, que fluctúa entre el vicio y la virtud. La avaricia implica tanto el adquirir (recibir) como el no desprenderse (no dar), y nada es excesivo, ni desordenado, ni desmedido si no es en relación con una gradación que marca el punto de exceso, un orden o una medida. Desde una óptica reveladora y sugestiva sin dejar de lado referentes de la filosofía antigua y de las fuentes cristianas, formula la siguiente cuestión: ¿qué papel juega, o puede jugar, la avaricia, en nuestro Occidente globalizado, interconectado y líquido?
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