Descripción
El discurso económico, en muchos ámbitos, ha sido suplantado por la repetición de opiniones que, en forma de eslogan, si no son falaces, cuando menos son susceptibles de puntos de vista complementarios o diferentes. El autor considera que la economía no es un vademécum de soluciones, sino un método de reflexión, de organización de las ideas y de aproximación a los problemas considerando alternativas posibles. Por ello, piensa que existen ciertas inercias mentales que llevan a discursos económicos repetitivos sobre aspectos que, al menos, son susceptibles de matices y contrastes alternativos.
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