Descripción
En las sociedades contemporáneas se afirma cada vez más una tendencia preocupante: frente a dramas o problemas de distinta magnitud la mayoría de los dirigentes políticos, los periodistas y los editorialistas de los grandes medios recurren a discursos y promesas de mano dura, de castigo y represión: la responsabilidad le cabe exclusivamente al individuo que quebrantó el orden y que, desde esa perspectiva, merece una condena rápida. Pero no sólo eso: desautorizan, banalizan o acallan las voces de quienes, en lugar de juzgar, proponen comprender y analizar por qué pasó lo que pasó, no para disculpar o excusar, sino para llegar a la raíz del problema y evitar que vuelva a suceder.
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