Descripción
Hay una zona crepuscular, que tanto puede aparecer de súbito como crecer con tenaz lentitud, donde los reinos se confunden. Allí las reglas son otras porque nada se presenta puro y neto. En esa zona, los animales abandonan la quietud de su presente y alcanzan la cifra de una amenaza, de una angustia que oprime; los hombres, a su vez, dejan de ser los amos y señores de lo que no tiene voluntad y de alguna forma pierden la suya.
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